* La apuesta de España -a prácticamente una sola carta- por el ladrillo y las infraestructuras sólo nos ha funcionado hasta el estallido de esta crisis global, y ahora está teniendo como consecuencia que nos estemos quedando atrasados en términos de innovación: lo que acarrea, en una economía globalizada, que no podamos aspirar a ser competitivos en los trabajos más cualificados. Es decir, de seguir así, estaríamos abocados a una irremediable reducción de salarios, y de calidad de vida. Para evitarlo, resulta imprescindible cambiar radicalmente de modelo, apostando por la inversión pública en I+D+i, e incentivando la privada. Y así, los nuevos puestos de trabajo que se creen podrán equipararse tanto en salarios como en protección social a los empleos más cualificados.

* En el marco de la economía del bien común, pensamos que es necesario enfocar las inversiones en investigación y desarrollo, innovación empresarial y desarrollo científico hacia una mejora de la calidad de vida de las personas.

* En ese contexto, nuestras propuestas estarán enfocadas a conseguir un aumento de los salarios, de manera que pueda repartirse el trabajo, adaptando la duración de la jornada laboral a los nuevos tiempos y logrando sacar así a mucha gente del desempleo, sin que eso repercuta en el poder adquisitivo de la gente que ya tiene trabajo.

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