4.2. Derecho a la revocación del poder ejecutivo

En España, la ciudadanía no dispone de mecanismos para destituir directamente cargos políticos. Si, en particular, ponemos la atención en el Poder Ejecutivo, el recurso más directo de que dispone la ciudadanía para destituir a los miembros de un gobierno es el voto en las siguientes elecciones generales. No es un recurso inmediato, dado que debe esperar a que la Presidencia del Gobierno disuelva las Cortes Generales y convoque nuevas elecciones. Y ni siquiera activa una herramienta de democracia directa: aquellos que quieran “destituir” al Presidente del Gobierno deberán votar a partidos que confíen en que van a evitar que salga reelegido.

La elección del Poder Ejecutivo debería ejercerlo la propia ciudadanía de manera directa y no los partidos políticos, cuyas razones para pactar responden más a sus propios intereses que a los intereses de la gente. Además, no debería existir la posibilidad de que ni el propio poder ejecutivo ni el poder legislativo puedan adelantar la fecha de las elecciones. Deberá ser la propia ciudadanía, mediante recogidas de firmas o cámaras seleccionadas por sorteo, la que convoque un referéndum revocatorio contra cualquier miembro del ejecutivo, que desembocará en Elecciones Presidenciales anticipadas en caso de que el miembro cuestionado sea el Presidente y el resultado del referéndum signifique su efectiva revocación.

En el ordenamiento jurídico español, corresponde al Presidente del Gobierno adelantar las elecciones. Esta prerrogativa no es democrática, dado que otorga a los partidos políticos ya establecidos (y en particular, al partido del Gobierno) un poder que debería corresponder a la ciudadanía directamente. Tras una crisis, un escándalo o un estallido social, el partido del Gobierno tiene el poder de retrasar o precipitar el adelanto electoral a la fecha que más favorezca a los intereses de su formación, ya sea para salir reelegidos con más fuerza que si no adelantaran las elecciones o para mantenerse con suficiente fuerza y ejercer un papel predominante de oposición.